
Peebody se despertó con los ojos abiertos de par en par.
Una fuerza desconocida para él le hizo levantarse como un resorte, de su catre.
Quería hacer y deshacer, hablar con unos y con otros con el propósito de liberarse de ese entusiasmo que le asediaba.
Sabía que sólo podía rebajar su grado de etanol entusiasta en sangre, con el desgaste que el contacto activo con la gente ocasiona.
Peebody era especial, mientras unos intentan conservar su karma compartiéndolo lo menos posible con la gente, él tenía la necesidad de desgastarlo como picador al astado, defiende al asesino.
Era una prueba más de que el mundo esta mal repartido y sólo aspiramos a corregirlo, compartiéndolo con lágrimas salinas en los días quebrados y risas desvergonzadas en la hora del recreo.